LISANDRO DE LA TORRE

Su pérdida dejó a la Nación sin uno de sus tribunos y fiscales más enjundiosos. ¿Su suicidio debe aceptarse como una decisión privada o fue una casi inevitable consecuencia del fraude y los negociados imposibles de soportar por un espíritu honesto? La muerte de Lisandro de la Torre es una fecha inevitable de la Historia nacional, como lo es el asesinato en el Senado de la Nación de su dilecto discípulo Enzo Bordabehere, como lo es el Grito de Alcorta, que puso de pie a miles de pequeños chacareros e inmigrantes del Sur santafesino.
De Lisandro de la Torre se recuerda en especial el debate sobre carnes de 1935. Dos veces candidato a presidente de la Nación, es de los que se animó a cambiar la forma de hacer política. Siempre acosado, su lucha lleva el signo de la dignidad. Este trabajo brinda la oportunidad, no muy común para el lector, de entrar en profundidad en las pasiones de un gran protagonista del primer cuadro del siglo XX y acercarse a un tramo imprescindible de nuestra historia.